Don Juan y Don Félix de
Montemar: introducción
Con esta entrada introduciremos el desenlace de dos obras muy
características del siglo XIX: “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla y “El
Estudiante de Salamanca” de José de Espronceda.
Estos desenlaces son dramáticos, trágicos y nos acercan a la
imagen del Romanticismo. Características comunes en ambas obras y que nos hacen
identificarlas como románticas son: la aparición de lugares sombríos, donde la
noche es protagonista de lo irreal, lo imaginario y de lo fantástico; el amor
imposible entre los protagonistas, que les guía a un trágico fin; la
descripción de un héroe de familia noble solitario y calavera y de una heroína
que sigue las cánones físicos y espirituales de la época; y el
predominio del sentimiento sobre la razón, contrapuesto a los principios que
anteriormente habían sido expuestos y desarrollados por el movimiento ilustrado
en la sociedad y la literatura española.
En primer lugar, debemos hablar de un motivo dramático fundamental
como es el vencimiento del plazo que otorga al seductor la divinidad.
Parece
claro que en la versión barroca “El burlador de Sevilla” el proceso agónico es
muy breve. Se inicia en el momento en que Don Gonzalo tiende la mano a Don Juan
y este se abrasa, advertido por Don Gonzalo de que ese fuego es el castigo que
Dios le impone por sus culpas. Don Juan pide entonces confesión, pero don Gonzalo
rechaza tal posibilidad y Don Juan "cae muerto". Bastante más larga es la
agonía que sufre el protagonista de “El Estudiante de Salamanca”, segundo Don
Juan Tenorio, en el que, sin duda, también se inspirará Zorrilla, como puede
comprobarse a partir de la presencia de varios motivos que luego reaparecerán
en la obra del vallisoletano.
Cuando dirigen sus pasos hacia la muerte, ambos protagonistas
acaban de matar a un rival en un desafío y ambos tienen un encuentro que los
avisa de su próxima muerte. Félix de Montemar se encuentra con la figura de una
mujer misteriosa, a la que sigue por un espacio fantástico. Su arrogancia, lo
mismo que ocurrirá́ en el “Don Juan Tenorio” de Zorrilla, le hace pensar que lo
vivido es efecto del vino y comenzará un rosario hacia el descenso a su
muerte.
Finalmente, en el caso del “Don Juan Tenorio” la agonía que padece
este Don Juan es mucho más breve y difiere notablemente de la padecida por
Montemar, al igual que difieren sus finales.
En las dos siguientes entradas trataremos con más detenimiento el
desenlace de estas dos obras.
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