martes, 24 de febrero de 2015

Tenorio y Montemar (I)

Don Juan y Don Félix de Montemar: introducción

Con esta entrada introduciremos el desenlace de dos obras muy características del siglo XIX: “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla y “El Estudiante de Salamanca” de José de Espronceda.


Estos desenlaces son dramáticos, trágicos y nos acercan a la imagen del Romanticismo. Características comunes en ambas obras y que nos hacen identificarlas como románticas son: la aparición de lugares sombríos, donde la noche es protagonista de lo irreal, lo imaginario y de lo fantástico; el amor imposible entre los protagonistas, que les guía a un trágico fin; la descripción de un héroe de familia noble solitario y calavera y de una heroína que sigue las cánones físicos y espirituales de la época; y el predominio del sentimiento sobre la razón, contrapuesto a los principios que anteriormente habían sido expuestos y desarrollados por el movimiento ilustrado en la sociedad y la literatura española.    

En primer lugar, debemos hablar de un motivo dramático fundamental como es el vencimiento del plazo que otorga al seductor la divinidad.
 Parece claro que en la versión barroca “El burlador de Sevilla” el proceso agónico es muy breve. Se inicia en el momento en que Don Gonzalo tiende la mano a Don Juan y este se abrasa, advertido por Don Gonzalo de que ese fuego es el castigo que Dios le impone por sus culpas. Don Juan pide entonces confesión, pero don Gonzalo rechaza tal posibilidad y Don Juan "cae muerto". Bastante más larga es la agonía que sufre el protagonista de “El Estudiante de Salamanca”, segundo Don Juan Tenorio, en el que, sin duda, también se inspirará Zorrilla, como puede comprobarse a partir de la presencia de varios motivos que luego reaparecerán en la obra del vallisoletano.

 
Cuando dirigen sus pasos hacia la muerte, ambos protagonistas acaban de matar a un rival en un desafío y ambos tienen un encuentro que los avisa de su próxima muerte. Félix de Montemar se encuentra con la figura de una mujer misteriosa, a la que sigue por un espacio fantástico. Su arrogancia, lo mismo que ocurrirá́ en el “Don Juan Tenorio” de Zorrilla, le hace pensar que lo vivido es efecto del vino y comenzará un rosario hacia el descenso a su muerte.
 Finalmente, en el caso del “Don Juan Tenorio” la agonía que padece este Don Juan es mucho más breve y difiere notablemente de la padecida por Montemar, al igual que difieren sus finales.


En las dos siguientes entradas trataremos con más detenimiento el desenlace de estas dos obras.

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