martes, 24 de febrero de 2015

Tenorio y Montemar (II)

El Final de “El Estudiante de Salamanca”


En la obra “El Estudiante de Salamanca” Espronceda realiza su propia interpretación de una leyenda popular, en concreto, la del estudiante Lisardo. No tardamos en encontrar la clara conexión entre la obra de Espronceda y la leyenda de Don Juan. El personaje de Espronceda va en contra de los valores de la sociedad en la que vive y se enfrenta a ellos, no los respeta y, por tanto, los transgrede.

Podríamos decir, por tanto, que hablamos de lo que podríamos calificar como antihéroe. Como ejemplo de esta rebeldía, no hay más que destacar su confrontación contra el concepto de Dios cristiano como también ocurre con el Don Juan de Zorrilla. La negación de los valores de la iglesia cristiana no conlleva en ningún momento de la obra un arrepentimiento o un castigo ante la osadía y en esto se diferencia del personaje de Zorrilla.

Se ha sugerido que Espronceda usa la personificación para hacer que Elvira represente el Bien y Don Félix el Mal. Pero, si esto es así, nada tiene que ver con los valores cristianos ya que no podemos considerar que el personaje de Elvira sea menos transgresor que el de Don Félix. 

No hay arrepentimiento en ella y en ningún momento considera que la actitud y posición de ninguno de los dos deba ser reprendida. La pérdida de Don Félix es lo único que en realidad la inquieta. No hay ni que decir que Don Félix del mismo modo en ningún momento muestra remordimientos por sus acciones claramente transgresoras.

Afronta con valentía la muerte y ni esta le hace pedir perdón por sus acciones y pensamiento. Por lo tanto, mantiene su espíritu intacto. La misma narración muestra su clara admiración por el personaje y en ningún momento lo condena o pone en duda ninguno de sus actos. 


De hecho, la actitud narrativa permanece inalterable de principio a fin. No se puede hablar de que se produzca un castigo divino. Es la propia Elvira convertida en fantasma la que conduce a Don Félix al otro mundo donde estarán juntos para siempre.


Se puede pensar que no es realmente Elvira sino el mismo Diablo transformado en el fantasma de Elvira quien atrapa a Montemar. Si consideramos esta idea, vemos que el final se puede entender como que lo que encontramos al final es el mundo de los muertos donde ambos personajes se unen por propio deseo de Elvira o bien que los actos de Montemar en vida lo han llevado a ser conducido por el mismo Diablo al infierno pero sin que esto deba ser interpretado como un castigo.

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