martes, 24 de febrero de 2015

Cuentos del Romanticismo (I)

Los tesoros de la Alhambra

La obra que en esta entrada vamos a tratar se enmarca dentro del Romanticismo. Este movimiento tiene como principal dogma que no todo es entendible por medio de la razón y que, por tanto, hay elementos en nuestro mundo que escapan a esta. Esto contradice pues, los postulados de la Ilustración. Lo fantástico pasa a tener un lugar destacado dentro de la literatura del Romanticismo. El escritor sirve de guía para entender lo que se escapa a nuestros sentidos y no puede ser explicado de forma racional.

A continuación hemos seleccionado un fragmento en el que perfectamente vemos lo descrito como propio del Romanticismo.

“[…]Ayer al asomar la noche, recogía el fresco por el puente último que lleva al Abellano, y donde viene también a dar la senda que conduce a las espaldas de la Alhambra. Solitario el sitio, y la hora a propósito, me dejaba ir en alas de mis devaneos, cuando una voz cercana a mí en extremo me sacó de mis ensueños, diciéndome: "¿Eres valiente? Quieres hacer fortuna? Volví los ojos y me encontré á dos pasos con un soldado de mas que alta estatura, con morrión de cresta, con gola y vestes azules, con el rostro no desagradable pero pálido y ceniciento, […] Me dijo que desde la conquista de Granada estaba preso en aquella torre, custodiando los crecidos tesoros que los moros habían recatado y escondido de los cristianos, cuyo empleo enojoso lo cumplía enfadosamente. Que le estaba permitido el salir de tres en tres años para procurar su libertad[…]

Este texto pertenece a “Los tesoros de la Alhambra”, publicada en 1832 en el Tomo IV de la revista “Cartas españolas” y escrita por Serafín Estébanez Calderón. 

En este fragmento de la obra nos encontramos al narrador contando a un amigo la historia de cuando se encontró con el fantasma de un soldado musulmán que tenía como deber el ejercer de guardián de un tesoro escondido en una torre.

El fantasma puede verse liberado de su labor una vez cada tres años si alguien es capaz de dar la respuesta a un acertijo. El protagonista, Don Carlos, acepta el reto y así el fantasma lo conduce a un lugar solitario durante la noche, lo que crea el ambiente propicio para que la fantasía se desborde. Aunque nuestro narrador si es capaz de superar el reto propuesto por el fantasma, las consecuencias no serán las esperadas.


En la obra encontramos multitud de elementos románticos como pueden ser el romper con las normas del Neoclasicismo, la multiplicidad de acciones o lugares o la falta de rigor histórico. También propio del Romanticismo encontramos el uso de elementos fantásticos. Además, la acción de lo que se narra transcurre en la Edad Media,  sin respetar el rigor histórico, mezclando fantasía con algunos pocos elementos verosímiles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario